A esta planta se le conoce como Drácenas o Dracaena (nombre científico); las Drácenas pertenecen a la familia botánica de las Agavaceae, provienen principalmente del África tropical y, a menudo muchas de las variedades de esta especie se las confunden con su pariente, el Cordyline, que es algo menos resistente.
Son plantas de hojas muy ornamentales que se cultivan para la decoración de interiores, aunque algunas se desarrollan perfectamente bien al aire libre durante todo el año en zonas con climas suaves.
Crecerán lentamente hasta alcanzar casi los 2 metros de alto, en exterior superarán esta altura todas las variedades. Tienen en general, alargadas y puntiagudas hojas en forma de lanza, sin peciolo, en color verde en su totalidad o con bandas de colores que en unos casos predomina el blanco o amarillo con mayor o menor intensidad y que contrastan y recorren su superficie. Crecen hacia arriba a medida que las nuevas hojas se desarrollan desde el centro y mueren las viejas que se encuentran en la base, dejando un tallo desnudo parecido al de una palmera.
El lugar ideal para las Drácenas estará alejado de la luz directa del sol, pero en habitaciones con gran abundancia de claridad. En el exterior cultivadas en tierra se deben colocar a la sombra o semisombra, debajo de arbustos o árboles más altos será su mejor ubicación. En regiones de inviernos muy fríos es preferible cultivarlas en macetas y así poder resguardarlas en interior o en lugares protegidos durante esta época hasta la llegada de la primavera. Las flores aparecen en los ejemplares adultos durante el verano, pero en estas plantas no suelen tener demasiado interés ornamental. En interior es raro que florezcan.
Les encanta una atmósfera cálida y húmeda con una temperatura de 20-27ºC; cuanto más calor haga, más humedad necesitará, de modo que hay que rociar las hojas diariamente en época de calor. La tierra debe mantenerse ligeramente húmeda, sin permitir que se sature.
Cuando descienda la temperatura a partir del inicio del otoño hay que dejar de utilizar fertilizante y regar más espaciadamente, sin dejar que la tierra se seque completamente. En invierno ha de mantenerse estas plantas de forma que la temperatura no descienda por debajo de los 15ºC ya que pueden provocar trastornos en el crecimiento. Se consiguen nuevas plantas con relativa facilidad mediante esquejes de tallo.
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